Detenidos dos políticos turbios y poderosos de Río por ordenar el asesinato de la concejala Marielle Franco en 2018

La sociedad civil progresista de Brasil y los allegados han mantenido viva durante los últimos seis años la pregunta clave para resolver el asesinato político más relevante de los últimos tiempos en el país. “¿Quién ordenó matar a [la concejala] Marielle Franco?”, asesinada en 2018 junto a su conductor en una ejecución perpetrada por profesionales en Río de Janeiro. La respuesta ha llegado este domingo al amanecer, 2.002 días después del crimen, con la detención de dos sospechosos de encargar el asesinato: los hermanos Brazão, dos turbios y poderosos caciques políticos de Río de Janeiro. También ha sido arrestado un antiguo comisario de policía por obstaculizar la investigación. La hermana de la concejala, Anielle Franco, ministra en el actual Gobierno, se ha felicitado en un tuit: “Solo Dios sabe cuánto soñamos con este día (…). ¡Estamos más cerca de la justicia! ¡Gran día!”. La Policía Federal busca a otros nueve sospechosos.

Chiquinho Brazão, de 62 años, es un diputado federal —por eso el caso está ahora en manos del Tribunal Supremo— de larga trayectoria política. Antes ostentó brevemente un alto cargo en el Ayuntamiento de Río y fue concejal en el Ayuntamiento carioca durante cuatro mandatos. Durante el último coincidió con Marielle Franco. Su hermano Domingos Brazão, de 59 años, es consejero del Tribunal de Cuentas de Río, aunque ha estado seis años apartado del cargo por sospechas de corrupción. Por ahora no hay informaciones sólidas sobre los motivos tras el asesinato.

El tercer detenido es Rivaldo Barbosa, que la víspera del crimen se estrenó como comisario jefe de la Policía Civil de Río, es decir, el cuerpo encargado de investigar asesinatos. Ya fue señalado, en un informe confidencial desconocido hasta ahora, por el primer comisario que llevó el caso Marielle, que pidió que fuera investigado porque sospechaba que había recibió un soborno de 400.000 reales (80.000 dólares) para entorpecer las pesquisas.

El arresto de los supuestos autores intelectuales del sonado crimen es fruto del testimonio del sicario que apretó el gatillo, que recientemente confesó ante la policía tras cinco años encarcelado sin abrir la boca. Meses antes, confesó su principal cómplice.

La detención del excomisario de policía ha sorprendido mucho más que la de los Brazão, cuyos nombres suenan en relación con este caso hace tiempo y están salpicados por todo tipo de sospechas y corruptelas. Ambos pertenecen hace décadas a los bajos fondos de la ciudad.

Marinete da Silva, madre de las hermanas Franco, ha declarado que su hija Anielle, de 39 años, la ministra de Igualdad Racial en el Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, confiaba en jefe de policía ahora detenido. “Nos dijo que resolver este caso era cuestión de honra para él. Cuando vives algo así con una autoridad que debería hacer su trabajo es aún más difícil”, ha declarado a Globonews este domingo.

Reflejo del potencial explosivo del caso es que, en estos seis años, cinco comisarios han estado al frente de la investigación. La concejala dejó un enorme y repartido legado político. El estatus de símbolo político adquirido por Marielle alumbró la carrera política de su hermana pequeña —la ministra― y de su viuda, Mónica Benício, que es concejala en Río. La víctima sirvió también de inspiración para una cosecha de diputadas y concejalas negras forjadas en movimientos sociales de favelas de todo Brasil.

Marielle Franco era una veterana activista criada en la favela de Maré, en Río, con una corta carrera como concejala cuando fue asesinada el 14 de marzo de 2018 en el centro de Río. Con 38 años, era una política novata desconocida fuera de Río. Su chófer, Anderson Torres, murió con ella. Inmediatamente, quedó claro que aquello era obra de profesionales. El asesino requirió una destreza y una puntería fuera de lo común porque las víctimas circulaban en un coche y les dispararon desde otro que se colocó a su lado. Las cámaras de la calle, en el centro de Río, no funcionaban aquella noche.

El asesinato convirtió a Marielle —negra, bisexual, madre de una adolescente y casada con una mujer— en símbolo de unión de la izquierda. Eran los meses en los que la ultraderecha ganaba fuerza de la mano de Jair Bolsonaro, que ganó las elecciones aquel año y cuyo nombre fue aventado en relación con el caso.

Durante todos estos años, Eliane Brum, destaca periodista brasileña y columnista de EL PAÍS, ha llevado el recuento de los días transcurridos desde el crimen —antes en Twitter, ahora en X— y ha tuiteado como en una letanía: ¿Quién mandó matar a Marielle? ¿Y por qué?”. También este domingo.

El primer avance de calado —el único relevante hasta este domingo— ocurrió en el primer aniversario. Dos policías militares fueron detenidos. Ronnie Lessa, convertido en asesino por encargo tras destacar en la policía por su puntería, fue acusado de coser a tiros a la concejala y a su chófer. Élcio Queiroz fue apuntado como el conductor del coche. Ambos entraron en la cárcel, se llegó a anunciar que serían juzgados por un jurado popular, pero no fue así.

A muchos los autores materiales les interesaban solo como camino para llegar hasta los autores intelectuales. Durante estos años ha habido infinitos rumores y especulaciones, poco avance contrastado y un goteo de asesinatos considerados lo que aquí llaman quema de arquivo. Varios sospechosos de haber participado en diversas fases del crimen como peones murieron a tiros, entre ellos el acusado de deshacerse del coche de los asesinos o de clonar la matrícula.

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