El día amaneció gris en Siedlce. La ciudad, de unos 77.000 habitantes, está solo a unos 100 kilómetros al este de Varsovia, pero la distancia que la separa de la capital liberal parece inmensa. Este domingo, desafiando el axioma polaco que asegura que el ultraconservador Ley y Justicia (PiS) no tiene posibilidades de gobernar en las ciudades, el partido de Jaroslaw Kaczynski logró recuperar este antiguo bastión suyo y demostrar que resiste.
Siedlce parecía la única posibilidad de PiS de lograr una ciudad de tamaño mediano, pero la noche electoral trajo una sorpresa más para los ultraconservadores, que se hicieron también con Jastrzebie-Zdrój, de cerca de 90.000 habitantes, en el sur del país.
Salvo esos casos, que confirman que PiS no consigue convencer en urbes de más de 100.000 habitantes, el ganador este domingo fue el partido de centroderecha del primer ministro, Donald Tusk, que consolidó su poder municipal. El dirigente fue celebrando victorias a medida que se iban conociendo los sondeos a pie de urna y los resultados parciales en las 748 alcaldías que habían quedado pendientes en la primera vuelta. Entonces Coalición Cívica (KO) arrasó en algunas de las principales capitales, como Varsovia y Gdansk.
En las grandes ciudades que se dirimían este domingo, como Cracovia, Breslavia y Rzeszów ganaron los candidatos de KO, o independientes con apoyo de ese partido. “Poznan, Cracovia, Wroclaw, Rzeszów, Torun, Zabrze, Konin, Kielce, Jelenia Góra, Zielona Góra, Radom, Elblag… Creo que ganamos la segunda vuelta. ¡No pararemos!”, tuiteó Tusk, que siguió añadiendo mensajes hasta la media noche, cuando ya llevaba 67 municipios ganados. En el caso de Cracovia, la diferencia entre los dos contendientes fue estrecha, como había augurado unos días antes en su despacho el politólogo de la Universidad de Varsovia, Bartlomiej Biskup, que preveía un duelo complicado.
“No ha sido una campaña fácil para Coalición Cívica. Estaban sorprendidos porque esperaban quedar en primer lugar”, explicaba sobre los resultados del partido de Tusk en las regionales del 7 de abril, cuando también se celebró la primera vuelta de las municipales. La formación logró coger aire este domingo, pero hace dos semanas esperaba dar el sorpasso a los ultraconservadores de PiS, y eso no sucedió. “La gente no cambia de opinión tan rápido y han pasado muy pocos meses desde (las elecciones parlamentarias de) octubre”, señalaba Biskup.
El duelo final en Siedlce lo protagonizaron el alcalde, Andrzej Sitnik, un independiente apoyado por KO que obtuvo el 46,75% de los votos, y Tomasz Hapunowicz, el aspirante de PiS, que ganó con un 53,25%. Sus caras decoraban este domingo las calles de una localidad en la que no se observan grandes aspiraciones estéticas o esfuerzos de coherencia urbanística.
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El centro está formado por bloques de alturas variables rodeados de jardines, muchos pintados en colores pasteles que acumulan ya una pátina grisácea. En la calle Osiedlowa, entre árboles y edificios de viviendas, hay una escuela. Allí votó sobre las 12.30 con su hijo, Katarzyna, de 48 años, secretaria de un hospital que prefería no dar su apellido. Eligió al alcalde Sitnik. “Yo prefiero a KO porque son más liberales”, explicaba a la salida, aunque reconocía que Hapunowicz tenía más posibilidades.
Irritada, la mujer denunciaba que el candidato de Ley y Justicia no había incluido su logo en sus carteles electorales. “Muchas personas mayores, gente con la que he hablado, no sabían que era de PiS”. En las elecciones locales, los votantes valoran la honestidad del candidato (95%) y el conocimiento de los problemas de la gente (85%), muy por encima de la afiliación política (66%), según el CBOS, el centro de investigaciones sociológicas polaco. Hapunowicz prefirió que la animadversión de algunos a su partido no le gafara las elecciones.
PiS lo suele tener complicado en las segundas vueltas en las ciudades, porque los votantes, como ocurrió en 2018, suelen unirse para elegir a cualquiera menos a su candidato. El sociólogo Jaroslaw Flis apuntaba en Gazeta Wyborcza que en esta ocasión, estando fuera del Gobierno nacional desde diciembre, “probablemente no dé tanto miedo como entonces”. Aunque recordaba que en la primera vuelta, en la que se eligieron 1.728 alcaldes, los ultraconservadores empeoraron su resultado, sobre todo en las ciudades. Este domingo 60 localidades en liza entraban en esa categoría, incluyendo Siedlce.
En la entrada del instituto de secundaria católico Sagrada Familia, situado frente a la catedral, la situación se animó a media mañana, cuando coincidieron varios vecinos para votar en la urna gigantesca. Rafal Toczko, supervisor en una empresa privada, marcó el nombre de Hapunowicz “porque es una persona trabajadora”. El hombre, de 36 años, tiene muy mala opinión del Gobierno de Donald Tusk: “Es una mezcla terrible y sin ningún tipo de control”.
El alcalde de Varsovia, Rafal Trzaskowski, que arrasó en la primera vuelta, estuvo hace unos días apoyando a Sitnik. “Es un gran trabajador y tiene mucha experiencia en el Gobierno local. Lideró Siedlce durante el mandato de PiS, que arrebató 600 millones de eslotis (139 millones de euros) a la ciudad”, dijo el dirigente de KO.
Oskar Pajda, un estudiante de secundaria de 18 años que en octubre votó a KO, discrepaba ayer: “No está gestionando bien; decía que había que ahorrar dinero y no ha hecho inversiones”. Slawek, empleado municipal que se reserva su apellido, defendía la gestión del alcalde, pero creía que el apoyo que ha recibido de KO podía jugar en su contra. “En las elecciones anteriores se presentó como independiente. En Siedlce se vota más a PiS, aunque perdieron en 2018 porque la gente estaba harta de la enorme deuda que crearon y que todavía arrastramos”, explicaba en el edificio desierto donde se encuentra la alcaldía.
En los comicios del pasado 7 de abril, PiS ganó en votos en siete asambleas regionales, frente a las nueve de KO, un resultado mejor de lo que preveían las encuestas. A nivel nacional, los ultraconservadores fueron también la primera fuerza, con un 34%, ligeramente por debajo de las elecciones parlamentarias de octubre. Aunque el resultado no le habría bastado ahora tampoco para gobernar, le sirvió para demostrar su fuerza y acallar a quienes les daban por muertos. Los liberales no pudieron proclamar la victoria aplastante que esperaban, pero celebraron que seguían sumando mayoría.
Fortaleza de PiS
“PiS se mantiene como una gran organización, con un electorado fuerte”, según el politólogo de la Universidad de Varsovia. La principal razón por la que ha sostenido sus apoyos, cree Biskup, es que rebajó el tono y los ataques, tras la campaña extremadamente tóxica de octubre y una transferencia de poder muy convulsa. Sus votantes son además más fieles y disciplinados.
La participación el 7 de abril fue del 51,9%, muy por debajo del récord de octubre, de más del 74%. Biskup opina que hay fatiga política, además de cierta decepción de grupos como los jóvenes y las mujeres por el retraso o la falta de cumplimiento de las promesas electorales. “No fue una tarjeta roja, pero sí amarilla para el Gobierno”, señaló. Este domingo, la afluencia a las urnas fue todavía más baja que hace dos semanas: un 44,06%, casi ocho puntos menos que entonces. Con la mirada puesta ya en las europeas de junio, Tusk había intentado animar a los votantes. “No podemos permitirnos una baja participación”, instó el primer ministro con un mensaje en X.
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