El miedo a que la guerra entre Israel y Hamás, con Gaza como principal escenario, se extienda más allá de sus frentes actuales sigue dominando la escena internacional. El jefe del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi, ha expresado su temor a que Israel ataque instalaciones nucleares de Irán. Consciente de que cualquier chispa puede extender el incendio a toda la región, el diplomático argentino ha hecho, además, un llamamiento a la contención en medio de la olla a presión en la que se ha convertido Oriente Próximo. “Siempre estamos preocupados por esta posibilidad”, la de ataques israelíes sobre sedes del programa nuclear iraní, respondió al ser preguntado por los reporteros en la sede de Naciones Unidas, informa la agencia Reuters.
En este sentido, instó a la “moderación extrema”, en un llamamiento similar al que están realizando diferentes países, como Alemania, Jordania y Arabia Saudí, y organizaciones humanitarias. Grossi se refiere a la respuesta que Israel, que este martes reúne por tercer día a su gabinete de guerra, ha anunciado tras ser atacado por vez primera de forma directa, el pasado fin de semana, por Irán. La ofensiva no causó ni muertos ni daños importantes. Esa creciente tensión en la zona es la que ha llevado al OIEA, dependiente de la ONU, a ordenar la retirada de sus inspectores, que tenían previsto volver a sus tareas en Irán a lo largo de este martes, añadió Grossi.
Responsables de los dos países han seguido realizando declaraciones subidas de tono y amenazas en las últimas horas. “Estoy liderando una ofensiva diplomática contra Irán”, ha anunciado el ministro de Exteriores de Israel, Israel Katz, en un mensaje publicado en la red social X (antes Twitter). El objetivo, más allá de una posible respuesta militar, es “pedir que se impongan sanciones al proyecto de misiles iraníes y que la Guardia Revolucionaria Islámica sea declarada una organización terrorista, como una forma de frenar y debilitar a Irán”.
Para ello, el jefe de la diplomacia israelí afirma haber enviado este martes 32 cartas a diferentes países; también ha mantenido conversaciones con “docenas” de colegas y personas destacadas de todo el mundo. Entre la treintena de perfiles a los que ha etiquetado se encuentra el ministro de Exteriores español, José Manuel Albares, desde cuyo entorno confirman a EL PAÍS que ha sido uno de los receptores de la misiva. España condenó el ataque de Teherán, al mismo tiempo que el presidente Pedro Sánchez mantiene una intensa actividad internacional buscando apoyos para declarar el Estado de Palestina.
En este sentido, la Unión Europea está “explorando cómo ampliar las sanciones ya impuestas a Irán”, algo que podría ocurrir la semana que viene durante la reunión de ministros de Exteriores, informa Bloomberg.
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Respuesta “dolorosa” e “inmediata”
Mientras Israel perfila su respuesta, el presidente iraní, Ebrahim Raisí, ha amenazado de nuevo este martes con responder a “la más mínima acción” de Israel en contra de los intereses de Irán. Esa respuesta será “dolorosa” para Israel, ha advertido, según declaraciones recogidas por medios oficiales.
Como ya han hecho otros altos cargos iraníes, Raisí dejaba entrever así que Teherán podría responder militarmente, no solo a una represalia israelí dentro de su territorio, sino incluso a ataques contra aliados regionales de Irán en otros países de Oriente Próximo, especialmente en Líbano, Siria e Irak. Esa respuesta iraní a un ataque de Israel será además “inmediata”, subrayó el lunes por la noche el viceministro de Exteriores iraní, Ali Bagheri, en una entrevista con la televisión estatal: “Los sionistas deben saber que, en esta ocasión, no tendrán 12 días, sino segundos”.
En medio de esa dialéctica, Jordania, tras cooperar como único Estado árabe junto a otros países en la interceptación de los misiles y drones lanzados la madrugada del domingo hacia Israel, ha incidido este martes en que, bajo la actual coyuntura, no hay que olvidar que el centro de la contienda sigue estando en Gaza, donde Israel ha matado ya a 33.800 palestinos.
El ministro de Exteriores jordano, Ayman Safadi, ha señalado este martes que la comunidad internacional debería frenar al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, que con su estrategia de poner el foco en Irán “roba” la atención al enclave palestino, informa Reuters. “Estamos en contra de la escalada. Netanyahu quiere desviar la atención de Gaza y centrarse en su confrontación con Irán”, comentó Safadi durante una comparecencia ante los medios en Berlín junto a su homóloga, Annalena Baerbock, que viaja a Israel este mismo martes para tratar de pedir calma en medio del ruido de sables. “Jordania no será un campo de batalla para ninguna de las partes y la protección de los jordanos está por encima de todo”, ha dicho por su parte el rey Abdalá II de Jordania, según un comunicado oficial citado por la agencia Efe.
A las peticiones de calma se unieron las realizadas por el ministro de Exteriores saudí, Faisal bin Farhan Al Saud, que, además de criticar por insuficientes los esfuerzos internacionales para lograr el alto en fuego en Gaza, dijo que hay que hacer más para tranquilizar la región, informa Reuters.
Hasta 13 organizaciones humanitarias que trabajan en la región han realizado un llamamiento conjunto a la desescalada. Alertan de “ramificaciones globales” si la guerra se extiende, según un comunicado que han hecho público. “Un conflicto regional sería catastrófico para Oriente Próximo, donde millones de personas ya se ven afectadas por las crisis existentes debido a los conflictos, los desplazamientos, la pobreza y el cambio climático”, señala el texto, como recoge el Consejo Noruego para Refugiados (NRC), una de las organizaciones firmantes, en su página web. “Todas las partes implicadas y quienes tienen influencia sobre ellas deben trabajar de inmediato para reducir la escalada”, añaden.
El endurecimiento de tono del régimen iraní puede dejar entrever cierta preocupación por la respuesta de Israel, un adversario con mayor capacidad militar a quien Teherán trata probablemente de disuadir. Este discurso tiene también una lectura interna: reforzar la cohesión entre los partidarios de la República Islámica, un sector de la población en declive a causa de la crisis económica (el último dato oficial de inflación fue del 56%), la corrupción del régimen —especialmente de la Guardia Revolucionaria— y la represión. El régimen teocrático iraní ha asimilado tradicionalmente los antaño buenos datos de afluencia a las urnas, en ocasiones de más del 70%, como una muestra de respaldo popular. En las últimas legislativas, celebradas el 1 de marzo, solo votó el 41% de los electores.
Mucho más preocupados están los iraníes de a pie, sostiene un profesional de clase media cuyo testimonio escrito ha transmitido a EL PAÍS la activista hispanoiraní Ryma Sheermohammadi. “En Irán, está claro que la gente tiene miedo a la guerra, como demostraron las largas colas [para repostar] ante las gasolineras ya durante la noche del ataque a Israel. El pueblo de Irán no está contento en absoluto con la escalada de tensión entre Irán e Israel, y sabe las terribles consecuencias que esa forma de actuar [del régimen] tendrá en sus vidas y sus medios de subsistencia”, subraya este iraní en la treintena.
Teherán lanzó esa ofensiva nunca vista en territorio de Israel como respuesta al bombardeo israelí en el consulado del país en Damasco (Siria) el 1 de abril, que dejó un balance final de muertos de 16 personas, según cifra la ONG Observatorio Sirio de Derechos Humanos; entre ellas siete integrantes de la Guardia Revolucionaria del régimen iraní.
El Gobierno de Israel, que reúne este martes a su Gabinete de guerra por tercer día consecutivo, está pendiente de concretar qué tipo de respuesta lanzará y cuándo al ataque inédito con misiles y drones que llevó a cabo Teherán durante el fin de semana, según la prensa local. Habrá represalia, aseguró Herzi Halevi, jefe del Estado Mayor israelí, para despejar posibles dudas. La respuesta ha de justificar “el precio que tendremos que pagar en la esfera internacional”, incluido Estados Unidos y otros países occidentales, entiende el veterano analista militar israelí Ron Ben-Yishai en el diario Yediot Ahronoth.
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