Los hutíes alcanzan con un misil un barco mercante de EE UU en el mar Rojo | Internacional

Estados Unidos sostiene que no desea una guerra con los hutíes en Yemen, pero cada vez se ve más inmerso en uno de los puntos más calientes de la crisis en Oriente Próximo. Este grupo rebelde chií ha anunciado que a partir de ahora considerará objetivo legítimo los buques comerciales estadounidenses y británicos en el mar Rojo, apenas horas después de que uno de sus misiles alcanzara un barco mercante estadounidense al sureste del puerto yemení de Adén. El viernes, fuerzas de EE UU y Reino Unido habían atacado objetivos de esos grupos en Yemen; en una intervención en el Parlamento británico, el primer ministro, Rishi Sunak, ha desvinculado la inestabilidad en esas aguas de la guerra entre Israel y Hamás en Gaza.

El buque mercante, el Gibraltar Eagle, navegaba bajo bandera de las islas Marshall, aunque es propiedad de la empresa estadounidense Eagle Bulk, y transportaba un cargamento de acero. Un comunicado del Mando Central de EE UU en redes sociales ha asegurado que el misil no ha causado daños de gravedad ni heridos. La compañía propietaria del buque atacado ha precisado que parte de la carga fue alcanzada, pero los daños han sido limitados: “Como resultado del impacto, el navío sufrió daños en su zona de carga, pero está estable y se dirige fuera de la zona”. Dos horas antes, las fuerzas de Washington habían detectado otro misil disparado contra las líneas de navegación comercial en el sur del mar Rojo, pero ese proyectil falló y acabó estrellándose en tierra yemení, según el Mando Central.

Los últimos ataques hutíes representan un desafío a las presiones diplomáticas y militares de Estados Unidos y sus aliados para que las milicias cesen su hostigamiento contra los barcos mercantes que entran en el mar Rojo, una ruta comercial por la que circula el 15% del comercio mundial. El domingo, según el Mando Central, un caza estadounidense abatió un misil disparado contra el buque de guerra Laboon, que también navegaba esas aguas, sin que se registraran daños ni heridos.

El pasado viernes, Estados Unidos y el Reino Unido golpearon al menos 60 objetivos hutíes en 28 localidades de Yemen para neutralizar su capacidad de ataque a los mercantes. Entonces, destruyeron sistemas de vigilancia antiaérea, radares y misiles de crucero y balísticos, según el Pentágono. Un día después, las fuerzas estadounidenses atacaron un sistema de radar. El objetivo era, según han sostenido Washington y Londres, puramente defensivo, para proteger el tráfico marítimo comercial. Pero también advertían de que, de continuar el hostigamiento de los hutíes, repetirían las represalias. El Pentágono reconoce que los rebeldes conservan el 75% de su capacidad de ataque y que los actos hostiles van a continuar.

La milicia yemení sostiene que ataca los barcos israelíes o con destino Israel, para lograr que ese país ponga fin a su ofensiva en Gaza, que ha matado a cerca de 24.000 palestinos; el 1% de toda la población de la Franja. Estados Unidos asegura que las afirmaciones hutíes no son ciertas y que el grupo ataca de modo indiscriminado a los barcos en la zona. Varias navieras han desviado sus barcos para rodear África y evitar el mar Rojo, optando por una ruta más larga y costosa, aunque considerada más segura.

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Este lunes, la milicia Huthi ha anunciado que incluirá en sus objetivos también a los barcos estadounidenses y británicos. “No hace falta que el buque se dirija a Israel, basta con que sea estadounidense”, ha declarado el portavoz del grupo, Nasruldeen Amer, en una entrevista concedida a la cadena de televisión catarí Al Jazeera.

Por su parte, el primer ministro del Reino Unido ha comparecido este lunes ante la Cámara de los Comunes para dar detalles sobre la operación conjunta contra los hutíes desplegada el viernes. Rishi Sunak no estaba obligado a informar al Parlamento antes de tomar la decisión, ni debe someterla a la aprobación de los diputados. Sin embargo, experiencias previas como la guerra de Irak de 2003 o los bombardeos contra Siria en 2013, que provocaron fuerte rechazo en las filas laboristas y conservadoras, aconsejaban a Sunak a buscar el mayor consenso y complicidad de la oposición y a comparecer cuanto antes ante la Cámara.

“No decido echar mano del uso de la fuerza con ligereza. La acción fue llevada a cabo en defensa propia. Fue limitada, sin buscar una escalada. Fue una respuesta necesaria y proporcional a una amenaza directa contra las embarcaciones británicas y, por tanto, contra el Reino Unido”, ha dicho Sunak, que ha advertido de que su Gobierno está dispuesto a responder ante futuras agresiones. “Por supuesto, no dudaremos en proteger la seguridad de nuestros ciudadanos y nuestros propios intereses”, ha afirmado.

El primer ministro ha querido zanjar cualquier vínculo entre la inestabilidad en el mar Rojo y Yemen y la guerra desatada entre Israel y Hamás. “No podemos caer en esa narrativa maligna que pretende vincular esto con lo ocurrido en Israel y Gaza. Se dedican a atacar embarcaciones de todo el mundo. [El Gobierno del Reino Unido] Sigue trabajando para alcanzar un alto el fuego sostenible en Gaza y enviar más ayuda a la población civil. Seguimos apoyando la consecución de un acuerdo negociado en la guerra civil de Yemen. Nada de lo ocurrido, que ha sido una respuesta directa a los ataques de los hutíes a la navegación internacional, tiene que ver con todo eso”, ha dicho Sunak. La oposición laborista, encabezada por Keir Starmer, ha dado su respaldo al Gobierno, pero ha exigido a su vez que futuros ataques contra los hutíes sean consultados previamente al Parlamento.

Los actos hostiles de los hutíes y la respuesta de EE UU y Reino Unido han hecho temer que la guerra en Gaza pueda extenderse en Oriente Próximo. Estados Unidos insiste en que no quiere verse arrastrado a una mayor participación en conflictos en la región. Irán, el principal valedor de los hutíes, así como de otros grupos radicales islámicos en países de la zona, tampoco ha dado señales de querer entrar en un enfrentamiento directo.

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